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Abolición Al Alquiler De Vientres: Necesidad De La Lucha Feminista

Por: Keith López Nares


Para leer el ejemplar completo: https://issuu.com/home/published/las_libres_no_2


La “gestación subrogada” es un procedimiento de Reproducción Humana Asistida, mediante el cual las funciones reproductivas de las mujeres son utilizadas para gestar un hijo o hija que será dado a otra pareja o persona, todo ello con una gran carga física y emocional para la mujer gestante. Así, esta práctica es considerada incluso dentro del Antiguo Testamento, en el Libro del Génesis, donde se narra la historia de cómo las capacidades reproductivas de Hagar fueron utilizadas para otorgar descendencia a Sara y Abraham.

Esta práctica también es conocida bajo otros términos, tales como maternidad subrogada, gestación por sustitución o de subrogación y ante esto, es necesario preguntarse ¿por qué existe una gran variedad de términos para referirse a una práctica que con obviedad explota las capacidades reproductivas de las mujeres? La respuesta, sin duda, está estrechamente ligada con el uso de eufemismos para romantizar lo evidente.


Ahora bien, ¿cuál debe ser el posicionamiento del feminismo en esta problemática específica? En primera instancia, la investigación y organización de los colectivos de mujeres abolicionistas han permitido visibilizar las atrocidades que esconde esta trampa en la que el Neoliberalismo ha aprovechado escenarios específicos para continuar comercializando con los cuerpos de las mujeres, todo apoyado sobre el más rancio patriarcado (el mismo que nos ha coaccionado a través de la maternidad). Por otro lado, existe otro gran problema que habita dentro del movimiento feminista y es aquella facción que pugna por la regulación del alquiler de vientres como una alternativa laboral, lo que resulta contradictorio en la búsqueda de autonomía sobre nosotras mismas. En este sentido, un feminismo congruente debe posicionarse en contra de toda forma de explotación hacia las mujeres y niñas.

Derivado de lo anterior, es necesario señalar que detrás de todo discurso libertario y empoderante, se esconde un retroceso en la defensa de los Derechos Reproductivos y Sexuales de las mujeres, así como un amplio negocio de agencias y clínicas de subrogación que anualmente mueven cantidades millonarias, principalmente en países de la periferia en América, Europa y Asia. Por ejemplo, Ucrania e India, se han posicionado como lugares de turismo comercial en esta materia, ofreciendo a las parejas precios y planes accesibles para llevar a cabo el procedimiento, veamos documentales que hablan al respecto; “Damaged babies & broken hearts ukraine's commercial surrogacy”, “Commercial surrogacy in India” ilustran perfectamente el comercio con seres humanos.


Asimismo, México también se ha colocado como un destino donde se adquieren bebés como “pan caliente”, muestra de ello es Sinaloa y Tabasco, estados donde el alquiler de vientres es legal.


Con base en lo anterior, existe un claro y común denominador entre los países que regularon el alquiler de vientres; es decir, pertenecen a contextos donde la desigualdad social no sólo es evidente, sino que afecta principalmente a las mujeres de las zonas más marginadas. Esto fácilmente puede observarse en Tabasco, un estado que, azotado por la pobreza fue presa fácil de los intereses políticos y monetarios de agencias que se colocaron como una atracción laboral para las tabasqueñas y para mujeres de otros estados donde aún no existe una legislación clara en el tema, pues también son víctimas de los contratos fraudulentos de agencias que se amparan bajo el marco legal de Tabasco.

De este modo, la argumentación del grupo Pro-Regulación se basa, particularmente, en disfrazar este procedimiento como una acción altruista que busca otorgar felicidad a las parejas través de la compra de un niño o niña, sin mencionar que utilizan como recurso, el argumento liberal de que todas las personas tenemos derecho a formar una familia y, ¿cómo refutar eso si vivimos en una sociedad tan arraigada a esta conveniente institución llamada familia? El asunto principal dentro de este problema es que, si bien todas las personas poseen ese derecho, pueden ejercerlo con quien quieran, pero nunca a costa de la salud ni de la necesidad de las mujeres, así que luchar y serle leal a un sistema que históricamente nos ha oprimido no puede ni debe ser nombrado feminista.


El feminismo ha buscado la emancipación de nuestros cuerpos a través de una reconciliación con ellos y con sus funciones biológicas. Las teóricas feministas, por otro lado, nos proporcionaron herramientas de análisis como la interseccionalidad que no es nada más ni nada menos que tomar en cuenta los diversos factores que oprimen a las mujeres; es decir, raza y clase. Por ello, el alquiler de vientres exige visibilizar a las mujeres que han accedido a someterse a estas prácticas, así como las condiciones que las llevaron a hacerlo, y sería factible utilizar la misma herramienta en el escenario ucraniano o hindú, donde algunas se llevarían una sorpresa cuando se enteren que la interseccionalidad también se trata de las mujeres.


La lucha feminista ha exigido cambiar los contextos políticos, económicos y sociales para otorgar mejores condiciones a las generaciones venideras de niñas, ¿por qué hoy habría de ser diferente? ¿Por qué se supone que nos engañemos creyendo que detrás de toda explotación existe una mujer que eligió libremente? Donde hay una clara feminización de la pobreza y contextos tan desiguales, la elección siempre será intentar subsistir en una sociedad que nos odia y nos explota impunemente de mil formas; en el hogar, en el trabajo, en la familia, etcétera, y, que, además, pone una gran carga sobre nosotras; la responsabilidad del cuidado y, en este caso, de ser proveedoras de la felicidad ajena.


Las feministas radicales queremos evitar, a toda costa, que las niñas crezcan bajo la creencia de que alquilar su vientre es una alternativa laboral como cualquier otra, porque no lo es. Nada que implique degradar, cosificar y perder autonomía sobre nosotras mismas será elegido con libertad. Queremos un contexto donde todos los mecanismos que históricamente han servido al patriarcado sean abolidos para que, si un día el feminismo desaparece, sea porque conseguimos nuestra emancipación, no porque nuestros ideales fueron derrumbados o nosotras borradas.


Bien dice la frase feminista, abolición o barbarie.




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